No, ni Rusia 2018, ni como dicen aquellos que al parecer lo único
bueno que tienen es su sarcasmo en momentos así, ni Marte tres mil y pico.
Esta semana acabaron las clasificatorias para el Mundial que
se llevará a cabo el año próximo en el país vecino, Brasil. Tan cerca pero tan
lejos. Y para variar, no clasificamos al mundial, otra vez.
La selección de todos se despidió de estas clasificatorias
con un triste 1 a 1 con la discreta selección boliviana. Un equipo con muchas
variantes y supuestos “jugadores del futuro” enfrentó en un estadio vacío, como
la esperanza de los peruanos, a un equipo al que tendría que habérsele ganado “fácilmente”.
No fue así, para terminar de sepultar cualquier chispazo de buena imagen, el
desarrollo del partido fue tan monótono como “La Teta Asustada”, una que otra
buena jugada de Benavente, que por algo no juega en el Real Madrid, luego de
eso una apabullante posición de balón que no reflejó el marcador por la misma
ineficiencia que se vino mostrando en toda estas clasificatorias y que
nuevamente nos suma más años sin ir a un mundial.
Pero ¿qué es lo que realmente pasa con la selección peruana?
Desde que el proceso inició, y como ocurre en todos los procesos clasificatorios,
la esperanza vuelve a nacer. Somos especialistas en crear posibilidades y en
llenarnos de esperanza tras cada fecha, pero a medida que eso pasa, la
esperanza se vuelve en matemática, empezamos a sumar, restar, dividir y si es
posible multiplicar tratando de aferrarnos a la ilusión de ver nuevamente la
blanquiroja en un mundial. Esta vez no fue la excepción, éramos conscientes que
la posibilidad era mayor al tener a uno de los rivales más poderos como
organizador del evento, pero nos volvimos a equivocar.
Nuevamente pasamos a la fila de los hinchas más fieles pero
más desilusionados, por una selección que no dejó otra conclusión que la
carencia de absolutamente todo, es que en la posición que estamos no hay otra
conclusión válida, estamos eliminados y esa es la realidad del repetitivo
fracaso. Como un día un amigo me dijo: gracias a Dios que existe Bolivia, sino
seríamos últimos en Sudamérica.
Y cómo es de costumbre desde que inicia todo proceso, era
momento de empezar a buscar culpables y creo yo que ya es común y me sorprende
nuevamente escuchar lo mismo: Burga, Markarian, Pizarro, etc. Siempre es lo
mismo, se culpa al presidente de la FPF, que mucha culpa tiene, pero en esta
parte aunque muchos puedan polemizar conmigo, exhorto de algún tipo de
responsabilidad a Pizarro y sobre todo a Markarian. Lo sé, soy consciente que
muchos seguramente ahora me estarán insultando por el simple hecho de discrepar
conmigo.
Pizarro no juega igual en la selección que en Alemania,
Pizarro sólo viene a lucir su look en
el Perú, Pizarro tal y Pizarro cual. Ojo, Pizarro es un personaje histórico del
futbol peruano, quieran o no es un gran representante peruano en el fútbol
extranjero, sobre todo en el alemán, donde ha dejado precedentes y ha alcanzado
logros importantes. Vamos, no nos dejemos llevar por la cólera para hablar, no
es lo mismo jugar con futbolistas del nivel del Bayer que con futbolistas del
pobre y mediocre nivel del torneo local, dura precisión pero una realidad.
Otro culpable que sigue siendo una constante pero con nombre
diferente, el entrenador, en esta oportunidad la nueva víctima Sergio Markarian,
un estudioso del futbol y reconocido entrenador que se suma a la lista de
buenos entrenadores que manchan su CV por dirigir a la selección. Seamos
conscientes, así se traiga a Mourinho, Guardiola o el mejor entrenador de la
galaxia, el tema no pasa por ahí. Markarian cometió sus errores, como cualquier
humano, pero al fin y al cabo Markarian no es el que patea el balón, no es el
que se para en esa cancha donde solo juegan 22 personas. Venga quien venga, se
los aseguro, el tema no pasa por ahí.
La FPF, acá si de acuerdo totalmente, no hay mucho que
explicar, si queremos cambios en el futbol tiene que haber un cambio
dirigencial, como en cualquier empresa del mundo. Si durante varios años se
arroja pérdidas no hay que ser un gurú economista para saber que la gerencia no
funciona, en palabras más simples, adiós Burga.
La prensa, que en un país como el nuestro, sensacionalista,
infla demasiado a los futbolistas y de ahí al más mínimo error, los dilapidan de
una manera descomunal, o es que acaso ya no recordamos a los famosos “Cuatro
Fantásticos”, una estúpida apelación a cuatro futbolistas endiosados en el
medio pero que en sus clubes, jugadores importantes pero no imprescindibles
como acá. Tiene que haber un cambio en cómo se maneja la información.
La cultura deportiva, en especial la del futbol en el Perú,
al parecer es cosa de todos los días y de nunca acabar: juergas, mujeres,
lujos, etc. Cosas que solo se permiten acá y que los futbolistas que fuera de
nuestras fronteras parecen encaminarse nuevamente, regresan a un país que les
permite hacer todo ese tipo de cosas. Recordemos que ser futbolista también es
una profesión, y una profesión debe regirse sobre ciertos parámetros. Sólo para
hacérselos recordar.
Finalmente termino con esta serie de cosas que se me
ocurren, el trabajo en las bases es fundamental, dicen que uno cosecha lo que
en su momento siembra, créanme que en el Perú aún no se empieza a sembrar
buenos futbolistas, solo espejismos de buenos futbolistas. El talento está, la
formación aún no. Aquellos que han destacado o que destacan lo hacen porque
tienen que hacer su carrera fuera del país, cosa que debería empezar desde acá,
formar un estilo, formar una nueva raza de tal manera que se empiece a trabajar
sobre un buen estándar que permita que los futbolistas cuando se junten, los de
afuera con los del medio local, no dejen el gran abismo que se ve partido a
partido y que al parecer mientras todo continúe así, no tiene cuando acabar.
¿Se puede? Se puede, otros deportes con menos apoyo lo han
demostrado.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por comentar...