sábado, 23 de mayo de 2020

Hacia una nueva convivencia

Por Jefferson Valdivia

Este último viernes 22 de mayo el presidente Vizcarra anunció lo que se venía especulando durante la semana. En un largo discurso como al que nos tiene acostumbrado el mandatario peruano con un patrón muy similar a lo largo de sus discursos (una introducción sobre la situación del país desde que empezó la pandemia que prácticamente es el mismo discurso todos los días; indicar las cifras actualizadas al corte; indicarle a la gente que se tiene que lavar las manos y mantener el distanciamiento social; luego de varios minutos del mismo discurso dar la novedad del anuncio; responder las preguntas de la prensa en conjunto con los ministros; para finalmente volver a las tres primeras partes), se hizo oficial la extensión del estado de emergencia. Esta vez la prolongación de la cuarentena (que a estas alturas ya excedió ampliamente los cuarenta días) venía enmascarada en un juego de palabras ingeniosamente planteada por el ejecutivo para lo que ahora se conoce como “el inicio de una etapa hacia una nueva convivencia”, lo que no es otra cosa que más días de confinamiento pero con una seria de medidas adicionales para ir liberando algunas actividades económicas que favorezcan, esta vez, a las mypes que tan urgidas están de reinsertarse en sus actividades.


Para muchos, la extensión de este confinamiento no es otra cosa que la más clara evidencia que no hemos llegado a ningún pico ni meseta de contagios como hace algunos días el presidente quiso dar a entender y que inmediatamente generó reacciones para tratar de realinear la realidad con un anuncio que se alejaba de la misma. A estas alturas como lo he venido diciendo en mis anteriores publicaciones no sé que tan efectivo sea seguir “obligando” a la gente a vivir en cuarentena dado que basta con dar una mirada a las calles para ver que esto ya no es viable. Extraña también que el gobierno haya hecho caso omiso a las recomendaciones del Colegio Médico para mantener una cuarentena focalizada en los lugares con mayores contagios. Luego de varias semanas el gobierno ya tiene data para poder haber tomado esta decisión y de esa manera direccionar sus esfuerzos a estas zonas y no a todo el país que como vemos, ya se le escapó de las manos.

El mismo Ministro de Defensa el viernes lo dijo: “hay una baja cultura de respeto a las normas” y que “si todos los peruanos tuvieran internalizadas la cultura de respeto a la norma lo único que se pediría frente a la pandemia sería el autoaislamiento”. Pues efectivamente el ministro tiene razón, pero tampoco es que haya descubierto la pólvora. Para aquellos que hemos vivido un tiempo o toda la vida en el Perú esta afirmación era implícitamente el pan de cada día. Me pregunto si es que acaso hubo ingenuidad en el gobierno para pretender que iba a ser distinto. Si sumamos una poca cultura de respeto a las normas, con un nivel de informalidad alto y una población que se iba sumergiendo en el hambre, se hubiese podido anticipar el resultado de esta ecuación y saber que tarde o temprano (mas temprano que tarde) el acatamiento de la cuarentena no iba a llegar a los cuarenta días y menos a los sesenta.

El gobierno parece haber tomado consciencia de eso (espero que no recién) y no ha hecho otra cosa que ceder ante la flexibilización y la liberación de actividades que van a permitir a cientos de personas y sus familias volver a trabajar y por tanto autosostenerse ya que la política de bonos y subsidios nunca funcionó. Es que es verdad que el peruano es trabajador y las mypes han significado una parte importante de la actividad económica de la nación. Cambiar las cosas de la noche a la mañana no se va a poder hacer y menos en medio de una crisis. No se pudo hacer en los momentos de mayor abundancia como para pretender que de pronto todo sea distinto. En estos momentos es importante que la gente pueda tener bienestar que no es lo mismo que crecimiento y que muy bien y de una manera muy didáctica explica C. Parodi en su blog en Gestión.

Esperemos que en las siguientes semanas se puedan ir liberando algunas actividades más, que permitan no solo que la gente pueda volver a trabajar y reactivar muy lentamente la economía, sino que sobre todo nos enseñe a ir conviviendo con el virus en este nuevo modelo de sociedad y convivencia de la que tanto se habla. Muchos hábitos van a cambiar y tal vez el momento debió ser un poco antes y no ahora ya que entramos a un período de invierno que parece va a ser muy crudo y podría disparar la curva de contagio, pero tarde o temprano teníamos que volver a salir, hacer frente a esta pandemia y aprender a convivir con ella de una manera responsable, ya que probablemente este es un virus que esté con nosotros por mucho tiempo más y los escenarios para volver a la normalidad como la conocíamos están aún muy lejos, por ello no queda de otra que empezar a encarar la situación. Finalmente, el instinto de supervivencia del ser humano siempre ha prevalecido.

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