domingo, 31 de mayo de 2020

#EEG - De vuelta a lo mismo

Por Jefferson Valdivia

Esta semana, luego de reiteradas postergaciones por razones que al final solo los productores sabrán, dado que no creo que haya sido por presión mediática ni nada al respecto, regresó el programa juvenil Esto es Guerra y puso nuevamente en tela de juicio y debate el contenido que la alicaída televisión peruana ofrece a sus televidentes, ahora más que nunca en un período de cuarentena y cuando se habla de “un nuevo inicio” como sociedad.

Este siempre polémico programa nos trae a la mesa nuevamente el contenido, poco regulado desde luego, del menú que ofrece la televisión peruana a sus televidentes. Está claro que desde ya hace varios meses un puñado reducido de personas, y digo reducido porque aparentemente el tan famoso rating contradice y avala cualquier intento por desaparecer este contenido de las pantallas, ha intentado por todos lados mitigar el impacto que estos programas tienen en la sociedad. Es evidente que no suman ni aportan nada al común denominador más que unos minutos de morbo y de seducción de los jovencitos que aspiran a ser como sus ídolos en pantalla cuando sean grandes. No hay una victoria asegurada en esta desenfrenada lucha por parte de un grupo de personas que quieren revertir estos contenidos y reemplazarlos por algún otro contenido que sume a la educación y al desarrollo de nuestra sociedad, dado que es perceptible a leguas que hay una sensación, que cada generación parece estar encaminada y condenada a vivir así y que al parecer ya resignó y asimiló que así será.

Y es precisamente en este punto donde conviene preguntarnos si realmente nos merecemos otro tipo de televisión. ¿Realmente el peruano se merece otro tipo de televisión? ¿O realmente lo que hoy por hoy vemos en pantalla es lo que el peruano de hoy necesita? Frente a la primera pregunta no sé si realmente tenga una respuesta. Frente a la segunda respuesta parece que las cifras y el rating televisivo parecer haber dado la respuesta.

Durante los años la televisión peruana ha visto degradar su contenido a través de los distintos programas que ha ido mostrando a cada generación: cada vez más violenta, cada vez menos censurada, cada vez más sexual, cada vez más estúpida. Y es que al parecer el contenido está diseñado para lo que la gente de cada generación necesita y lo que sin duda alguna en medio de esta pandemia estamos viviendo como sociedad, que cuando uno ve lo que pasa en las calles y lo contrasta con el contenido televisivo parece ser un calco perfecto.

Por eso a veces no entiendo por qué se generan odios y críticas con estos muchachos que día a día salen en estos programas juveniles dado que probablemente no tengan la culpa de estar ahí. A lo mejor ni siquiera sepan exactamente para que han sido destinados y no creo que tengan la capacidad ni la lucidez de poder entenderlo. Alguien vino un día, les ofreció una buena cantidad de dinero para salir al aire y ellos solo hacen lo suyo. No creo que nadie se negaría si te prometen que mes a mes te van a llenar la billetera con algunos dólares. Son solo carne de cañón en la primera línea de este repudio colectivo por el contenido que generan, pero la responsabilidad no recae sobre ellos. Nuestra ya maltratada sociedad pide esos contenidos y los productores y dueños de canales que están detrás de todo esto solo le dan al coliseo romano lo que piden, y de paso lucran con ello obviamente.  Son como los cómicos ambulantes de los años 90s. En ese entonces ese tipo de humor fue muy requerido por la gente y los dueños de Panamericana solo les dieron el espacio para que sean vistos a nivel nacional. ¿Quién podría juzgar a los cómicos que sólo hacían lo que día a día hacían en la calle? Fue una etapa muy criticada pero no fue culpa de ellos. Hoy los “guerreros” son esos cómicos ambulantes de los 90s, guardando la distancia desde luego ya que por lo menos los cómicos ambulantes tenían talento para hacer reír al público.

Hay un programa muy recordado y visto hasta el día de hoy de una entrevista entre Marco Aurelio Deneri y Cesar Hildebrandt en “La Función de la Palabra”, un genial programa que se transmitía en televisión del estado a todo el territorio pero que nunca gozó de la popularidad que mereció. En dicho programa se hizo un exquisito análisis de la historia de la televisión peruana y su degradación a través de los años. Dos mentes brillantes desnudaban por completo la devastación de la televisión en el tiempo y en lo personal recomiendo ver ese episodio (y si disponen de tiempo muchos otros episodios de dicho programa del recordado Marco Aurelio).

Muchas indican que la solución está en el control remoto. No es así de fácil, es como que te arrojen a una cámara cerrada, enciendan un gas mortal y te digan “bueno si quieres dejas de respirar para no consumir el gas”. Hoy estamos infestados de todo ese contenido.

Es una suma de estas y muchas otras variables del por qué con el paso de los años vemos más gente en los gimnasios y menos en las bibliotecas, por ejemplo.


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