domingo, 27 de julio de 2014

TE SOÑE

Por Jefferson Valdivia

“Jaime”, mencionaste mi nombre de una manera que me hizo perder la concentración. Miré a mi alrededor, estábamos en aquella cafetería popular de la ciudad, no sabía como había llegado ni en que momento quedé en encontrarme contigo, te había estado evitando por algún tiempo y de pronto estabas sentada frente a mi, me mirabas con extrañeza y me preguntaste si todo estaba bien, asentí tímidamente forzando una sonrisa nerviosa para tratar de no espantar a mi acompañante con mi aparente reacción.

 

La conversación era muy amena como siempre habían sido las conversaciones entre ambos, pero de tanto en tanto me esforzaba por saber como había llegado y que estaba pasando. Miré nuevamente a mi alrededor, esta vez el ambiente era diferente, unos cuadros adornaban las paredes y unos estantes con libros se encontraban a mi derecha, los títulos se me hacían conocidos, eran los libros que alguna vez leí; desde aquellos cuentos infantiles hasta aquellos libros que despertaron un sentido especulativo a mi vida. Regresé mi mirada hacia ti, que seguías sentada y hablando y riendo. Te miré fijamente por varios segundos y te percataste de eso, te sonrojaste y con tu exquisito sentido del humor me hiciste sonrojar a mi. Ambos estábamos solos, y el escenario era tranquilo. De pronto me di cuenta que nada de eso era real, por primera vez en mi vida me di cuenta que estaba en un sueño y el haber acabado con las interrogantes que me embargaban hizo que me sienta más tranquilo, cambié de semblante y me puse más cómodo.

A pesar de mi interesante hallazgo, por una extraña razón pretendía que el sueño no termine, sabiendo que este acabaría tarde o temprano, disfrutaba mucho de nuestra conversación y por momentos olvidaba que estaba en algo irreal, en algo que mi mente había recreado de una manera tan perfecta que había proyectado en un solo escenario lo que algunas veces había querido que fuese real.

En los próximos minutos, me propuse disfrutar de aquel momento. Contemplé cada una de las facciones de tu rostro, el olor de tu cabello se las ingeniaba para opacar el exquisito olor del cappuccino que tan real se sentía, tu sonrisa contagiosa me hacía sentir felicidad, me hacía sentir un cosquilleo que de una manera invitaba a mostrar una sonrisa, tus ojos que se conjugaban de una manera graciosa con tu sonrisa me llamaban la atención pues nunca antes me había percatado de ese detalle, me miraban de una manera tierna y me hipnotizaban a tal punto de no dejarme pensar en nada más, tu manera de hablar, de contar las cosas me fascinaba pues desde que te había conocido siempre disfruté de una charla junto a ti.

De pronto y para mi sorpresa, sacaste una hoja de papel que tenías en el bolsillo derecho de tu chaqueta, te habías tomado la molestia de imprimir aquella carta que te escribí algunos meses atrás y me comentaste lo mucho que te había gustado y la volviste a leer. Cada palabra que salían de tus labios, hacían que lo que había escrito aquel día sonará a poesía pura, para cuando terminaste sentí que mi corazón se había acelerado más de lo normal y me pregunté si realmente había podido escribir algo así o era la manera en que lo pronunciabas lo que le dio esa genialidad especial.

De pronto te paraste y me dijiste que querías caminar, cuando salimos el panorama era diferente, un campo lleno de vegetación con un camino en medio se mostraba al frente de nosotros. No lo esperaba y por tu rostro yo creo que tú tampoco. De igual modo caminamos, el clima estaba frío y pude ver que empezaste a temblar un poco, me saqué la chaqueta y la puse sobre tus espaldas, eso te calmó un poco y con una sonrisa me agradeciste.

Caminamos sin conversar por varios metros, de pronto nos acercamos más y para cuando me di cuenta me estabas abrazando y yo correspondía gustosamente. Seguimos caminando varios metros más en silencio, el soplido del viento hacía su trabajo. Cuando divisé más adelante, el camino mostraba un final, no podía ver más allá y era por que no había nada más que ver.

Me sentía nervioso y no sabía si hablar algo o simplemente seguir disfrutando del momento, opté por lo segundo pues sabía que el final del camino también representaba el final de mi sueño. Finalmente llegamos y sentí que nos detuvimos mirando de frente, ambos volteamos a la vez y nuestras miradas se confundieron en medio de la nada. Sonreíste como nunca antes te había visto sonreír y entristeciste, cuando te pregunté porqué me dijiste que era porque me había alejado, te dije que fue lo mejor y traté de sustentar mi decisión con una serie de excusas sin sentido, no me sentí digno de seguirte mirando y desvié la mirada, de pronto me abrazaste fuerte y me pediste que no me vuelva a alejar de esa manera, prometí en mi sueño no hacerlo. Me miraste y vi lágrimas en tu rostro, lágrimas de felicidad por aquella promesa, ambos nos miramos fijamente como sabiendo lo que seguía a continuación, y de pronto…

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Gracias por comentar...