Por Jefferson Valdivia
Hoy se celebra el día del niño y no tuve mejor idea que escribir un poco acerca de aquellos recuerdos que se vienen a mi mente de mi niñez.
Que puedo escribir, lógicamente todas aquellas vivencias que uno guarda con cariño de esa etapa no se podrían resumir en un post. En los años 90 (aunque suene gracioso escribirlo así), pasaba por aquella etapa en la cual todos la viven de diferentes maneras. Me tengo que considerar un afortunado por haber nacido por esos años, ya que la niñez se encontraba en un proceso de transición entre aquellos infantes que aún jugaban en las calles o se entretenían de una manera diferente, a lo que actualmente vemos, un grupo de niños que cada vez aspiran a crecer más rápido y normalmente (no podría generalizar) viven pegados a consolas de video, Smartphone o a juegos online. Aunque entrar a tallar en este tema puede ser polémico, ya que cada uno vive su etapa como mejor le parezca, tengo que afirmar que no tengo nada que envidiar a esta generación.
Aún recuerdo aquellos maravillosos años. Solía estudiar a 3 casas de mi colegio primaria por lo que levantarme para ir a estudiar nunca fue un problema. Tuve una educación exigente entre mis horarios normales de clases y las tardes con las típicas tareas, pero a pesar de eso siempre había tiempo para salir a jugar.
“Jeffer”, escuchaba por mi ventana cuando acababa mi tarea y me alistaba para salir a jugar, asomaba mi cabeza y veía a mis camaradas afuera, esperándome con una pelota para ir a jugar donde podíamos hacerlo, o por lo menos donde no nos botaran los vecinos. Me causa gracia recordar aquella vez que rompimos un vidrio gigante en la casa de una vecina jugando el famoso “mete gol tapa”, en aquel momento recuerdo haber corrido a una velocidad impresionante hasta la otra cuadra con mis amigos, ingenuamente pensando que no se iban a dar cuenta de quienes habían sido (éramos los únicos niños de la cuadra). Resignados todos mirábamos por nuestras ventanas cuando veíamos afuera a nuestros padres juntando el dinero para comprar un nuevo vidrio. O recordar con nostalgia el denominado “cementerio”, una especie de calle ancha que muchas veces usamos como campo de futbol con aquellos famosos arcos de piedra o ladrillos y que fue testigo de innumerables pelotas reventadas cuando un mal disparo las llevaba a la avenida para acto seguido ser aplastadas por los autos. O al famoso vecino de la esquina que cuando jugábamos fuera de su casa de vez en cuando salía con su trinche de acero con la intención de reventar la pelota.
Y ni que hablar de las temporadas de canicas o trompos. Aquellas pequeñas esferas de diferentes colores que solían ser llenadas en botellas con la intención de llevar un mejor orden y control. Habían de diferentes colores y aún recuerdo con nostalgia a las más ambicionadas por todos, las famosas “lecheras” por ser blancas y según todos, de buena suerte. Recuerdo las rodillas negras de todos, cuando luego de horas de intenso juego y de tanto estar arrodillados al suelo para jugar acababan de ese color, sin importarnos nada. Los tiempos de trompo y guaraca, aquella curiosa pieza de madera o de pino que tantas alegrías nos trajo. Los rompe trompo, las cocinas, los quiñes, la “voladita” y un sinnúmero de cosas que uno podía hacer y que nos mantenía muy entretenidos.
Luego de eso se vino la temporada de los famosos “taps”, que también nos tenía de rodillas en el suelo y con dolor de brazo luego de algunas horas de juego intentando voltear aquellos redondos de plástico.
Ya con el tiempo, los juegos y juguetes se fueron sofisticando, pero siempre nos mantenían entretenidos de una manera diferente a la de ahora. Se pusieron de moda los “Bley Bley”, cuya guía y una especie de trompito de metal, giraban y giraban chocando contra el resto con la intención de derribarlo. Luego salieron los “bley bley sacachispa” que hacían más intensas las batallas.
Como resultaba un poco costoso aquellos juguetes, para alivios de nuestros padres creo yo, se puso de moda las cartas de Yu Gi oh, a 10 céntimos cada una y luego por planchas. Al inicio si parecía tener sentido, cartas con puntajes de ataque y defensa que podían “destruir” a las cartas rivales, aunque luego recuerdo que salieron aquellas con puntaje infinito y las barajas cada vez se hacían más grandes.
Ya en la transición de aquella y esta generación, también tengo que decir que fuimos partícipes de los juegos onlinea, pero en menor proporción que ahora. Armando clanes, para jugar el famoso “Counter Strike” o “Half Life” en las cabinas de Felipe. O los juegos de Play Station I o la novedad más reciente para ese entonces y un poco anticuada ahora, el “Game Cube”.
Resulta muy nostálgico seguir escribiendo al respecto, ya que son demasiados recuerdos para plasmarlos en un solo post como puse al inicio, pero espero con esto haber hecho un pequeño reconocimiento a aquella magnífica etapa que puedo decir, viví bien.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por comentar...