domingo, 15 de septiembre de 2013

VOLVER AL PASADO (CAPÍTULO 13 y 14)

CAPÍTULO 13

No recuerdo exactamente cuál fue nuestra primera conversación online. A lo largo del proceso que tuve que afrontar luego, muchos detalles de algunas etapas de mi pasado fueron quedando nulos, pero en un momento así donde había empezado a recordar muchas cosas que creía olvidadas, momentos y situaciones que al parecer habían sido borradas de mí, volvieron a recuperarse como si el cerebro trabajase como un experto que recupera archivos borrados de un disco duro formateado.
Aquel día había salido a comprar con mi hermano, el solía comprar de vez en cuando algunos discos de música rock y de paso solía acompañarme a comprar algunos libros que había visto por internet y que pudiéndolos comprar por ahí, prefería ir a verlos personalmente a una concurrida librería que contaba con una amplia cadena en el Perú y sobretodo en Lima. Ir a comprar libros era para mí como una mujer comprando ropa, aunque las comparaciones de géneros son un poco extrañas, pero ciertamente me sumergía por horas en aquella librería leyendo títulos y buscando libros aparte de los que había comprado que me llamasen la atención.


Aquel día no fue la excepción, luego de comprar un par de CD´S que al parecer mi hermano ya tenía pensado comprar, fuimos a la librería. Mi hermano, que si bien es cierto también leía los libros que yo solía comprar, no disfrutaba tanto como yo de entrar a las librerías y buscar con entusiasmo algún título interesante.
     Voy a ir a Starbucks, ya vengo— escuché decir mientras yo ingresaba a la librería.
No pude reprocharle nada, él era el mayor y aunque por personalidades yo parecía serlo tenía que seguir respetando su situación como tal. No era nada extraño, las veces que íbamos a comprar ambos, por lo general él solía irse a comprar ropa o ir a Starbucks por un café mientras escuchaba música.
En algunas ocasiones habíamos ido ambos a aquella conocida cafetería, no porque formemos parte de esa larga lista de adolescentes que suelen acudir para ver su nombre escrito en un vaso para luego tomarle fotos y subirlos por cuanta redes sociales encuentre. Nos resultaba un poco patético eso, pero solíamos respetar la manera de pensar de otras personas. Aquella cadena de cafetería había llegado a convertirse en un lugar lleno de señoritas sonriendo para cuanta cámara tenían en frente junto a sus amigas mostrando orgullosas aquel popular depósito blanco que resaltaba su nombre escrito con una especie de crayón negro.
Ricardo y yo no íbamos para eso, cuando teníamos algún punto por debatir solíamos ir, él con sus ideas rebeldes y diferentes de ver la vida y yo con mis ideas más conservadoras y más maduras, o por lo menos así lo creía. Podíamos pasar buen rato conversando y debatiendo de diferentes temas, aunque él era un fanático del Rock, eso no implicaba que estuviese desactualizado de la realidad o sea ajeno a ella. Por el contrario sabía muchos temas de actualidad y eso nutría más nuestros largos debates cada uno a su estilo. Tengo que aceptar que en lo personal me incomodaba cuando luego de pasar una amena tarde junto a mi amiga Gaby conversando en cualquier Starbucks, veía mi nombre etiquetado en una red social indicando que estuve ahí, pero tenía que aceptarlo, era común hacer eso cuando uno va a esos lugares por lo que tuve que aprender a lidiar con eso.
Me dirigí a la librería, luego de pactar con mi hermano que nos encontraríamos luego de una hora y media aproximadamente en el mismo lugar, de tal manera que ambos lleguemos juntos a nuestra casa. Ingresé al lugar y  una amable señorita me sonrío haciéndome entender que sería ella quien me atendería como veces anteriores solía hacer.
     Hola Jaime, de vuelta por acá— me dijo una sonriente muchacha de unos veintiséis años aproximadamente, que vestía un típico polo azul con el logo de la librería y a un lado su nombre. Ella solía atenderme cada vez que iba a comprar un libro en esa zona.
     Hola Mireya, gusto volver a verte también— dije luego de leer su nombre en su polo, no porque ignorara a aquella joven, sino porque siempre he sido malo para recordar los nombres o fechas de cumpleaños, siento que es algo que viene de familia.
     Nos han llegado nuevos libros del género que a ti te gusta, aunque sospecho que ya lo sabrás porque ya está publicado en nuestra web— sonrió.
     En realidad sí— repliqué rápidamente con una sonrisa que hacía entrar en confianza— y he venido a llevarlos, pero aparte de esos quisiera uno más que me ha llamado la atención en particular, de la Literatura Universal.
Noté que la guapa joven me miró con sorpresa y es que no era para menos, todo el tiempo que iba a comprar libros, solía comprar libros modernos, libros policiales, aquellos que te envolvían en una trama muy didáctica y te enganchaban de inicio a fin permitiéndote echar a volar tu imaginación. Imaginación que día a día se ve trasgredida por el mal uso del internet o de la televisión.
     ¿Qué libro estas buscando?
     La Divina Comedia. Dante Alighieri.
     ¿Y a que se debe esa sorpresa?— preguntó curiosa Mireya.
     He leído un poco de Dante y en realidad en resumen me llama bastante la atención Beatrice, su musa inspiradora.
Sabía que Dante Alighieri, se había quedado perdidamente enamorado de Beatrice, una guapa muchacha que él amo de un modo platónico y que inclusive luego de ser desterrado de Florencia él continuó amando y la incluyó en aquella obra magistral de todos los tiempos llamada “La Divina Comedia”, para que quedé inmortalizada por la eternidad.
     Bueno sí, ojala hubiesen más caballeros así— dijo al mismo instante que soltó un suspiro, como si hubiese sido en algún momento víctima de una desilusión amorosa o algo por el estilo.
     Ten por seguro que sí— dije al mismo tiempo que ella sonrió como si recobrara las esperanzas de que algún día encuentre a una persona así.
Aquel día recuerdo que no me demoré mucho en comprar, era como si tuviese una urgencia por llegar a mi casa y empezar a leer. Por lo que con lo que tenía y acompañado de Mireya me dirigí a la caja.
     Has estado poco tiempo acá, se ve que tienes ganas de leer el libro.
Solo sonreí y saque la tarjeta de ahorros para pagar.
     Tu tarjeta de la librería— me indicó dispuesta a introducir mi código de afiliado a esa cadena de librerías que por compras relativamente altas me permitía acceder a descuentos próximos.
Entregué ambas tarjetas, puse mi contraseña en mi tarjeta de ahorros y luego de ser despedido por Mireya, me situaba en los exteriores de la librería, saqué mi celular y marqué el número de mi hermano.
     Ricardo ya acabé de comprar, vámonos a la casa.
     Que ha pasado, ni acababa la mitad del café. Debes haber comprado buenos libros para querer ir a leerlos.
     Ya te los enseñaré, te espero en la librería.
Pasaron algunos minutos cuando Ricardo vino, aun con su vaso de café en el que pude divisar el nombre Simón. Ricardo solía hacer ese tipo de bromas, cambiarse los nombres cada vez que iba a Starbucks, era como un juego para él y se disponía a hacer que escriban los nombres más graciosos con tal de generar una sonrisa en su acompañante. Lo miré con una sonrisa y un gesto de resignación como diciendo nunca cambiarás.
Ya en casa, con un calor sofocante que suele haber en la temporada de verano en la capital, leí por algunas horas, y sintiendo la vista un poco cansada, me decidí por un descanso.
Tengo que confesar que en mis ratos libres, aparte de escuchar música, suelo navegar en la red y disfruto de conversar con mis amigos en esos programas de chat que son tan populares entre los jóvenes.
Esa vez no fue la excepción, encendí la laptop e inicié sesión en una plataforma conocida de chat.
Habrían pasado unos veinte minutos desde que conversaba con mis amigos de manera individual y de manera grupal en amenos minutos donde planeábamos cosas, donde nos reíamos por tonterías y donde el tiempo se iba volando, cuando en la parte inferior de la pantalla un globo de alerta emergió repentinamente: “Jessica ha iniciado sesión”.
Miré por unos segundos la alerta, sin saber que hacer. De pronto como que reaccionara y por algún extraño impulso le di clic y se mostró una ventana que mostraba su nombre y el mío y que significaba que ambos podíamos conversar.
No sabía que escribir, lo más lógico hubiese sido que empiece con un “Hola”, pero aún con todo no sabía si escribir, ya que luego de eso se daría rienda a una conversación y sinceramente no sabría qué tema tocar.
Era curioso que me pasara eso, siempre he sido una persona con facilidad de palabra o en esos casos de conversación, y aunque para ser sincero en ese momento sería ilógico decir que sentía algo por ella, me llamaba la atención el por qué me ponía así.
Traté de ignorar eso y seguí las conversaciones con mis amigos, luego de un rato volví a ver la ventana que aún no mostraba indicio de conversación alguna y sentí curiosidad por escribir algo. Tecleaba la primera letra cuando noté que en la pantalla decía un mensaje que repentinamente y con letras pequeñas pude ver: Jessica está escribiendo un mensaje.
Borré la única letra que había digitado a la espera que ella mande algún mensaje que dé inicio a la conversación, de tal manera que se hiciese ver como que ella era la interesada. Éramos jóvenes en ese momento y todas esas cosas suelen suceder en el pensamiento de un joven.
De pronto no mandó nada y el mensaje que anunciaba que ella estaba escribiendo algo también se borró. Al parecer ella pudo notar también que yo estaba escribiendo algo y tal como lo hice ella también quiso esperar a ver que escribía.
Dejé pasar un rato mirando la ventana de la pantalla para ver si volvía a intentar escribir pero nada, todo seguía en blanco. Me aburrí de esperar y cerré la ventana de la conversación inexistente y presté más atención a la conversación con mis amigos que seguían bromeando como ignorando que me había ausentado por un momento.
Cuando vi la lista de mis contactos conectados, ella no estaba ahí, al parecer se había ido. Por un momento me lamenté, pero de ahí no presté mayor atención.
Luego de un par de minutos nuevamente una alerta se dejaba ver en mi pantalla: Jessica ha iniciado sesión y sorpresivamente acompañando a esa alerta, una nueva se hacía ver Jessica dice: Hola Jaime como estas.
Por un acto de inercia di clic en la alerta y la ventana se abrió nuevamente y confirmé que efectivamente ella me había escrito, me sentí bien. Como un chiquillo que piensa dentro de sí: lo hice.
No sabía si responder rápidamente o dejar pasar unos momentos, como para no dar a entender que estaba esperando que ella me escriba, aunque en el fondo eso era lo que esperaba. Su foto acompañaba la ventana de conversación y se le veía sonriente como siempre, al parecer estaba en un parque o algo parecido por la luz del día que pude identificar.
Tampoco quería parecer arrogante por lo que respondí:
     Hola, me encuentro bien gracias— y acompañé mi saludo con esos famosos emoticones que parecían haberse vuelto parte de todas las conversaciones y suplantan emociones que aparentamos sentir.
     Me alegra que hayas aceptado mi invitación.
     Que ocurrencia, en realidad por gesto de cortesía me correspondía hacer la invitación a mí, al fin y al cabo con todos esos encuentros ocasionales que hemos tenido, te estoy considerando una amiga— repliqué tecleando rápidamente.
     No hay problema, vivimos en un mundo donde el hombre y la mujer son iguales, aunque igual agradezco que por algún momento hayas querido tener la iniciativa de querer enviarme la invitación— y acompañó ello de un emoticón de una cara redonda y amarilla sonriendo, estoy casi seguro que de haberla tenido al frente hubiese hecho lo mismo: sonreír.
     Bueno, me alegra que pienses así —y aprovechaba las circunstancias como cualquier joven de esa edad de intentar pulir el mejor lado que uno tiene, el mío era la caballerosidad— En realidad siempre he tratado de ser caballero, a pesar de que los hombres y las mujeres tienen los mismos derechos, siento que hay cosas que no deberían perderse con el paso del tiempo, una de ellas es ser caballero.
     Guau!— leí en la pantalla que ella había escrito— en realidad ya no hay tantas personas que piensan como tú, o por lo menos en algunas ocasiones se dejan llevar por la presión del grupo que los hace ser, no sé, más torpes de repente o querer demostrar quién es el más macho de todos.
     Tienes razón, la conducta de la persona suele ser así, el comportamiento suele variar cuando estamos solos y cuando estamos en grupo. Muchas veces en grupo aparentamos ser alguien que no somos por el mismo hecho de querer encajar y como hombre tengo que aceptarlo.
     Me alegra que lo aceptes, pero en lo que veo en ti no pareces ser la clase de persona que eres una persona cuando estás solo y otra cuando estás en grupo— nuevamente un emoticón.
Al parecer aún no me conocía bien, por lo general solía ser una persona alegre sólo y en grupo, pero tengo que aceptar que en su momento también fui la clase de persona que se comporta de una manera cuando estaba en grupo que cuando no. No me juzgo, estaba aprendiendo y la vida social a veces te empujaba a eso. Pero si resalto que cuando había una mujer siempre lidiaba con ella con el mayor de los respetos. Pero en aquella conversación sentía que no podía quedar mal.
     Tienes razón, para mí eso no sería lo correcto considerando que uno tiene que forjarse su propia personalidad donde sea.
     Si me parece bien, porque esas personas que suelen ser unas en un lado y otras por otro lado, ciertamente me resultan hipócritas— sentenció firmemente Jessica y cuando leí aquello sentí como que ella lo estuviese diciendo en persona, no pude imaginar una sonrisa bajo esas situaciones.
Aunque aquello me removió un poco la consciencia, sólo atiné a decir
     De acuerdo contigo— acompañe eso de un emoticón de cara alegre y no sabía que más escribir, me sentía un poco mal por decir mi primera mentira con ella, pero sabía que era algo en lo que podía trabajar, total me sentía joven y conocedor de todas las respuestas.
     Y ahora que piensas hacer, ya que no estás estudiando en la universidad— siguió ella dando la iniciativa como para que la conversación siga una fluidez y se deje atrás aquellos ásperos momentos, por lo menos para mí.
     Ya vengo trabajando en una idea de negocio con unos amigos, tengo algún capital ahorrado y bueno con un dinero que invertí en el negocio de mi papá allá en Colombia siento que puedo iniciar algo— me sentí bien luego de decir la verdad que me hiso olvidar rápidamente lo que anteriormente escribí.
     Me parece bien, pero no has considerado estudiar algo o retomar tus estudios, mira que tú has estado por la Universidad y sabes la importancia de un título.
     Bueno estimada Jessica esto es algo en lo que creo vamos a empezar a discrepar— dije de una manera cortés para que no parezca un desplante pero nunca me gustó quedarme callado con respecto a eso— es un tema bastante completo que de repente vamos a discrepar.
     No entiendo a que te refieres, creo que sabemos lo importante que es una carrera para nuestro futuro, para el de nuestras futuras familias— la palabra “nuestras” me dio a entender como que nuestros caminos serían diferentes y no se cruzarían, por lo menos en ese sentido. No me sentí mal, pero me dio curiosidad leerlo e interpretarlo así.
     No quiero que me malinterpretes por favor, espero tener la oportunidad de detallarte mejor mi punto de vista y no generar más fricciones por ahora, total de lo que se trata el chat es de relajarse un poco, o me equivoco.
Aunque traté de dar un vuelco a la conversación, sabía que se había generado una fricción entre una muchacha académica y un muchacho que había dejado la Universidad, aunque sentía que tenía argumentos lo suficientemente sólidos como para por lo menos darle que pensar, no era el momento para hacerlo, considerando que era nuestra primera conversación.
     Si tienes razón y espero ese sea motivo para tener una próxima conversación, porque lamentablemente me tengo que retirar, tengo que estudiar un poco, por que como sabrás las notas en la universidad no las regalan.
Su comentario me resultó un poco incómodo, a pesar que sentía que no lo había hecho con mala intención. Traté de disipar eso y del mismo modo traté de acabar bien la conversación un poco confusa.
     Está bien Jessica, espero lo mismo y que te vaya bien en la Universidad. Espero no pienses mal de mí por lo que te he dicho— concluí de esa manera aunque en el fondo sentía que efectivamente había sido un inicio de conversación un poco accidentada.
     No te preocupes Jaime, me intriga saber por qué piensas así, nada más. Ya habrá oportunidad de conversar luego. Cuídate— y concluyó así su parte.
Por mi lado me sentía un poco mal, no me había gustado dejar una mala imagen ante personas que recién conocía, porque siempre me ha gustado caer bien a donde vaya, a pesar de que en la Universidad tuve algunos problemas con gente que no pensaba como yo y que por lo general terminaba ignorándolos por su falta de argumentos que se veían mermados por su cólera y su intolerancia.
Por una extraña razón sentía que aquella accidentada conversación de chat con una persona que de inmediato pude identificar, era orgullosa, me dejó la sensación que tenía que remediarlo, no podía quedar mal.


Tenía que ganarme su confianza no con mala intención, sino con el afán de mostrarle que no era la clase de persona que ella pensaba, o por lo menos que yo creía ella pensaba de mí. Tenía una razón para acercarme más a Jessica.


CAPÍTULO 14

En los siguientes días, me encontraba trabajando en el proyecto de negocio que tenía en mente. Mi paso por la universidad, a pesar de haber sido alumno de derecho, me había dejado muchas ideas en el camino. En realidad oportunidades hay en todos lados, sólo hay que saber verlas y no poner excusas luego de que trabajo no hay. Siempre habrá trabajo mientras uno conserve un ideal, una visión y sobretodo las ganas de volver una oportunidad en realidad.
Siempre me he considerado un idealista, una persona que hace el intento por ver cosas donde el resto no las ve, no con el afán de querer destacar constantemente, sino por que llegue a entender que las mejores cosas vienen de las personas que se atreven a hacer cosas que el resto no las harán nunca por los prejuicios o por el temor al que dirán. La vida está llena de riesgos y uno tiene que estar en la capacidad constante de poder entenderlos.
Tenía que empezar con algo pequeño y poco a poco tenía que ir aspirando a lo grande. Para correr hay que empezar a caminar, y para caminar hay que empezar a gatear primero.
Me reuní con algunos amigos de mi ex universidad y con algunos otros de otras facultades y universidades. Ya todos sabían a que iba la reunión y todos iban con ideas y propuestas para llevarla a cabo. Por mi disponibilidad de tiempo yo iba a ser quien encabezara todo eso, mi pasión por los libros también me lo permitirían hacer.
La idea era abrir una librería universitaria. En lo que fue mi frustrada carrera, los libros se habían convertido en una herramienta fundamental para todo estudiante, fuese la carrera que fuese siempre los libros tendían a ser una necesidad. Lo sabía y las personas que aquel día se encontraban sentados conmigo en un conocido restaurante, también.
Si en algo todos coincidimos desde que surgió la idea, fue que resultaba un poco incómodo tener que ir buscando de stand en stand de los diferentes puestos de ventas buscando libros y hasta muchas veces tener que ir a buscar en otros lugares.
Otras cosas que me incomodaban un poco, pero tengo que reconocer también lo he hecho y muchas veces como casi todos, era el comprar libros “piratas”. Solía compras libros originales, no porque me sobrase el dinero, lo hacía porque era consciente de que aquel era el trabajo de alguien, que había dedicado su tiempo, su esfuerzo y su conocimiento y conscientemente no me parecía justo que luego su trabajo se vea en cada esquina exhibiéndose como aquel que vende algo al paso sin mucho valor. Un libro trae más cosas detrás.
La idea era promover todo aquello, las ideas eran buenas, desde lograr convenios con editoriales universitarias y autores de los libros más conocidos, hasta la creación de una página web con un catálogo y compras online que permitan ahorrar tiempo a las personas. El tiempo vale oro y esa tenía que ser nuestra ventaja. Teníamos que centralizar todo aquello de tal manera que se inserte en el chip de cada estudiante que su primera opción sea comprar en nuestro local.
Las propuestas fueron fluyendo a lo largo de la conversación, teníamos de todo: un par de futuros ingenieros de sistemas que ya visualizaban la creación de una página web y una aplicación compatible con IOS y ANDROID (los Smartphone se han vuelto algo común entre los estudiantes), un futuro economista que ya planteaba como buscar las fuentes de financiamiento y la inversión que podría demandar, un analista de marketing que escribía en un papel para no olvidarse luego, la manera de promocionar todo ello y hacerlo algo común entre todos, estudiantes de último ciclo de contabilidad y derecho viendo los procedimientos legales y tributarios para llevar a cabo el negocio y estaba yo, un ex estudiante universitario que era el motor de la idea, el creador de la misma y la persona que tenía que llevar todo lo que estaba en los diferentes a la realidad, al éxito.
Aquel día acabamos muy tarde, tanto que no recuerdo bien si es que nos fuimos del local por nuestra voluntad o nos echaron por haber consumido tan poco en todas las horas que estuvimos ahí.
Luego de aquella fructífera reunión, nos fuimos a celebrar a otro lado, un grupo de jóvenes con una idea de negocio que tenía proyección y muchas ganas y conocimientos para llevarla a cabo. Nos dirigimos a una conocida discoteca del lugar, que era la más tranquila de todas. Sólo queríamos ir a brindar un rato y relajarnos un poco. Pulimos algunos detalles más de las ideas preliminares y eso sirvió para conocernos mejor unos a otros, ya que todos eran conocidos míos pero en otros casos muchos se conocían por primera vez.
Ese día llegué exhausto a mi casa pero muy entusiasmado a su vez. Había sido el primer paso y no era para menos. Me eché en la cama y por varios minutos me quedé mirando al techo, perdido en las ideas y en las visiones, donde tiene que estar cada cosa, como sería la inauguración, si tendría éxito o no, que tan bien nos iría o que tan mal en el peor de los casos. A pesar de todos los riesgos que podría haber, me seguía tentando la idea de experimentar toda aquella adrenalina que algo así puede causar. Me quedé dormido.
En los siguientes días, sabía que estaba solo pues todos mis amigos trabajaban y estudiaban en la universidad. Tenía que ir ganando tiempo, contacté algunas editoriales y les propuse programar reuniones en los siguientes días, no les dije nuestra idea, en realidad no se la había dicho a nadie incluyendo mis padres, por un temor a que el proyecto no llegase a iniciarse y caiga en el fracaso anticipado, y por otro lado con otras personas, el temor a que la envidia muchas veces impida la realización del mismo, una vieja tradición pero que en algunas veces me había demostrado que podía ser muy cierta.
Dediqué todo mi tiempo a eso, por lo menos los días donde sabía me encontraba sin el apoyo de mis demás futuros socios por su falta de tiempo. Creaba bosquejos, pensaba en nombres, dibujaba posibles logos y ya había ido a reuniones con tres diferentes editoriales conocidas que publicaban libros universitarios de diferentes materias. Aunque al inicio se mostraron un poco escépticos, tengo que reconocer que los años en la facultad de derecho y mi poder de convencimiento producto de devorar cuanto libro motivacional encontraba, iban dando su fruto. Había algo que ellos veían en mí y que yo trataba de mostrarles ya que lo había leído en uno de los libros, que hicieron que poco a poco se vayan interesando en la idea: Convicción. Aquella mágica palabra que hace que hasta una idea descabellada puede resultar posible porque tú sigues creyendo que va a ser posible y transmites esa confianza al resto. Las tres reuniones fueron buenas, primero me reuní con algunos representantes que si bien eran importantes en la empresa no eran mi objetivo, aunque si el primer paso, luego de aquellas reuniones programaron reuniones con los mismos gerentes y era ahí donde tenía que hacer calar la idea, no en un cien por ciento pero lo suficiente como para hacer que sus libros se vendan en nuestra librería a precios accesibles. Había algo que cuando escuché una entrevista a un ex Presidente del país que publicaba algunos libros, me llamó la atención, le preguntaban porque sus libros eran baratos si eran originales, precios desde quince soles hasta 30 soles como máximo y él con su típica sonrisa en el rostro y sus expresiones perfectamente sincronizadas decía: “Al poner los precios módicos consigo que más gente lea mis libros, y los hagan comprando la versiones originales y no las que se venden en las esquinas, de tal manera que en vez de vender pocos ejemplares a precios elevados, vendo muchos más a esos precios, dejando una mayor utilidad”.
La idea era esa, vender más libros a precios módicos de tal manera que más personas los puedan comprar, sobre todo los universitarios que en sus primeros años de carrera no cuentan con los recursos suficientes para acceder a la compra de libros de esos precios.
En mis ratos libres aprovechaba para leer más libros que me permitieran hacer un mejor trabajo en el proceso de implementación del negocio, como luego de implementado. Me llamaba mucho la atención el milagro japonés, una cultura de disciplina y muchos valores que permitieron hacer surgir de nuevo todo un país. Leía historias de éxito de visionarios geniales de ese tiempo, Steve Jobs, Bill Gates, Mark Zuckenberg, etc.
Sabía que podía conseguir algo así, pero demandaría tiempo y esfuerzo, algo que estaba dispuesto a poner, era la oportunidad que estaba esperando para mostrar que podía realizarme realmente.
En esos días no supe nada de Jessica, sabía por Gaby a quien en algunas conversaciones por teléfono o por internet indirectamente le sacaba alguna información de ella, que se encontraba en exámenes por lo que en esas dos semanas que ella tenía para rendir sus pruebas, literalmente se desaparecía del resto.
Aun con todo seguía yendo de vez en cuando a la casa de Gaby a quien ya le había dado indicios de que tenía algo grande en mente y que no se lo podía decir hasta que ya esté a punto de salir a la luz. Ella me conocía tan bien, que solo me escuchaba y no atinaba a preguntar más de lo que sabía yo quería responder.
También fui donde mis incondicionales amigos de promoción, con quien siempre la solía pasar bien en la casa de uno de ellos, desde el colegio siempre fue así, tanto que su familia nos conocía tan bien y se alegraban al vernos casi semanalmente. Aunque ellos sabían que yo había abandonado la universidad, no me hicieron muchas preguntas y no me habían tratado diferente, por el contrario su amistad incondicional siempre estuvo ahí.
Ya había pasado casi un mes desde aquella primera reunión en un conocido restaurante de la ciudad con mis amigos y futuros socios. Teníamos que mostrar avances y ver que había pasado, el tiempo nos jugaba en contra ya que el año universitario se acababa y teníamos que haber lanzado el proyecto a la luz antes del inicio del próximo año académico.
Dando iniciativa a la reunión expuse mis avances en lo que me correspondía, ya tenía contacto con cinco editoriales de renombre y que como suele pasar con los negocios acá, necesitaban ver más que ideas para poner en venta sus libros con nosotros, necesitaban ver más que lo que fui a exponer. El futuro contador y abogado amigo mío, ya tenía todos los requisitos a la mano para constituir la empresa, y expusieron toda la información requerida. El analista de marketing ya había hecho un estudio de mercado preliminar donde en un esquema que se dejó ver en su tableta tenía los puntos donde hay mayor venta de libros universitarios, los libros por editoriales que más se vendían y las materias que eran las más requeridas, desde medicina, derecho, economía e ingeniera hasta todas las demás carreras, también nos mostró un posible lugar donde se podría iniciar la librería, sus encuestas online habían destacado un punto céntrico de la ciudad y muy concurrido a su vez, algo que nos entusiasmó a todos. El futuro economista había hecho lo suyo, haciendo sus presupuestos de inversión inicial, gastos administrativos y se había atrevido a proyectar algunos montos que nos resultaron interesantes pero que se nos aclaró, eran sólo estimaciones. Los futuros ingenieros de sistemas ya tenía un bosquejo de la página web que sólo esperaba por el nombre de la empresa, el logo y el contenido. La página era impecable, un diseño minimalista muy atractivo y con encabezados y contenidos exactos y cada uno importante, de igual modo el otro nos explicó lo que tenía en su tableta, un bosquejo inicial de la aplicación para Smartphones y tabletas que tenía el contenido de la web de una manera específica, un atractivo mapa que te permitía ubicar un punto específico, que se presumía iba a ser nuestro local y una opción para hacer tu pedido por ese medio.
Todo iba viento en popa, el préstamo que nos hacía falta para iniciar el negocio había sido pre-aprobado y estábamos seguros que lo iban a aprobar, era una propuesta inicial simple pero que con el tiempo iba a mejorarse seguramente.
Fuimos a ver el local que otro de nosotros había encontrado, era un lugar tranquilo y preciso para nuestra idea, un lugar céntrico que permitía llevar a cabo nuestro negocio. Era genial para nosotros. El precio también era razonable y teníamos a nuestra ventaja que el dueño nos dejaría hacer las remodelaciones que quisiéramos a fin de que al final lo dejemos como estaba. No teníamos intenciones de que eso acabe por lo que nos pareció bien.
Tuvimos una reunión más, que definiría aspectos puntuales, el nombre la empresa. Ideas iban y venían y teníamos que definir el nombre. Luego de varias horas de debate todos quedamos en algo: “Librocentrismo”. Un nombre que englobaba nuestra idea, el centro de todo era el libro, el libro era el protagonista. Luego contacté a un amigo mío del colegio que tenía conocimientos en diseño gráfico y publicitario. Me junté con él y diseñamos el logo. Era un diseño fresco, juvenil y que reflejaba un toque de seriedad, colores llamativos que llamaban fácilmente la atención, con una “L” grande resaltando por encima de todo con un libro de fondo. Era perfecto. El logo fue derivado a los ingenieros de sistemas que diseñaban la web y programaban la aplicación para dispositivos móviles.
En los siguientes días preparamos el pedido de los libros, aún no lo podíamos enviar porque estábamos a la espera del préstamo. Nuestro capital se había ido en el procedimiento de constituir todo y nos faltaba el dinero para la compra de los libros que eran lo principal. De igual modo me las ingenié para contactar a los gerentes de las editoriales y aceptaron preparar el pedido a espera de aunque sea una parte del pago para enviarlo, lo cual nos permitiría ganar tiempo, tiempo que se había pasado rápido.
Ya sólo a la espera del préstamo bancario, aquellos que inicialmente iban a ser mis socios tuvieron otros proyectos en mente que eran oportunidades en sus carreras, los ingenieros de sistemas eran muy buenos y luego de pasar unas rigurosas pruebas en Google, éste los contactó para trabajar con ellos. Agradecí todo lo que habían hecho por la futura empresa y prometí que les devolvería su inversión luego del primer año de ventas, aceptaron despreocupados seguramente por la emoción que representaba para ellos ir a trabajar a aquella potencia tecnológica. El contador también fue aceptado en una de las llamadas Big Four, en el área de auditoría y aparentemente tiempo era lo último que iba a tener, aunque me prometió que no habría ningún problema en llevarme la contabilidad. Su inversión también iba a ser devuelta de manera mensual junto con el pago de sus honorarios por los servicios de asesoramiento contable cuando sea requerido. El abogado a puertas de acabar su carrera requería de tiempo para preparar su tesis y hacer sus especializaciones, se disculpó conmigo. Algo que no acepté porque consideré que no había faltado en nada, antes de iniciar el proyecto sabía que esto podría pasar y aunque parezca mentira en el fondo era lo que esperaba y quería. Igual se puso a mi disposición para cualquier asesoría legal, le agradecí y hasta ahora continúa siendo uno de mis grandes amigos. El analista de marketing si continúo trabajando conmigo, por lo menos por un tiempo más, lo necesitaba para medir el mercado constantemente a fin de estar a la par con las demandas universitarias.
En todo caso la empresa se encontraba a mi nombre, era el representante y seguía con las mismas ganas que antes, sabiendo que esto era una posibilidad y ya sabiendo cómo reaccionar ante esto: con el mejor de los ánimos.
Había pasado unas semanas en la cual me dediqué a pulir detalles ya finales, previa a la espera de la aprobación del préstamo que empezaba a impacientarme un poco.
Decidí salir de vez en cuando para despejarme, me paseaba con mi hermano por otras librerías a fin de ver cómo se manejaba y el ambiente de las mismas. Ya le había comentado todos los detalles a mi hermano y le había dado a conocer mi preocupación frente a una posibilidad de que no aprueben el préstamo. Él me calmó un poco, me dio ánimos y me dijo que todo saldría bien.
Un día fui a la casa de Gaby, a la que también ya le había contado todos los detalles y se encontraba muy entusiasmada y contenta por mí, conversamos de mi preocupación por el préstamo, ella me conocía muy bien y me entendía a tal punto que muchas veces me pregunté porque nunca iniciamos una relación amorosa, hubiese funcionado de maravilla, aunque creo que ambos preferimos no arriesgar un posible mal desenlace y continuar seguir siendo tan buenos amigos como hasta ahora.
Conversábamos con mayor tranquilidad, me hacía reír con sus ocurrencias y yo con las mías, cuando de pronto sonó el timbre y desde el primer piso se dejaba escuchar:
     Gaby, Jessi ya vino.
Me quedé desconcertado, no conocía más amigas de Gaby que se llamasen Jessica y sabía que sólo se trataba de una persona. Miré a Gaby con una expresión de desconcierto y ella me correspondió con una sonrisa:
     Me había olvidado de comentarte Jaime, Jessica me preguntó si podía venir a mi casa y no vi porque no, sólo que me olvidé de avisarte— dijo Gaby mientras parecía disfrutar de cómo me sonrojaba y me iba poniendo nervioso mientras trataba de aparentar todo lo contrario.
     No hay problema, es tu casa y tú decides quien viene— le dije tratando de mostrarme indiferente.
De pronto vi que Jessica entró al ambiente y también se mostró sorprendida al verme ahí, aunque como era costumbre con una sonrisa dibujada en el rostro.
     ¿Cómo estás Jaime? Tiempo que no te veía— la escuché decir con una sonrisa en el rostro.
     Que tal Jessica, bueno tampoco es mucho tiempo, en realidad mes y algo aproximadamente— respondí.
     Eso sí, ni siquiera te he visto conectado en internet, se ve que has estado ocupado— noté en su expresión una interrogación que aparentemente me invitaba a responder que había estado haciendo ese tiempo.
Sólo atiné a reírme y no responder. Ella se sentó frente a mí y Gaby se fue a traer algunas bebidas.
     No pensé encontrarte hoy por acá— tomó la iniciativa Jessica.
     La verdad que yo tampoco, vine solo un momento a conversar con Gaby. Suelo hacerlo de vez en cuando.
     Espero no haya sido imprudente y estar interrumpiendo algo. De ser así puedo retirarme.
     No, de ninguna manera, no incomodas. Es más me alegra que estés por acá— aproveché para recalcar a raíz el incidente de la vez pasada— Quería conversar contigo con respecto a la vez pasada.
     En realidad creo que eso nos demandaría más tiempo, lo podremos conversar otro día— sus palabras me invitaron a pensar que podría salir un día con ella.
     Me encantaría.
     Espero no interrumpir nada— dijo sonriendo Gaby que entraba con dos vasos con agua— Tomen por favor, deben estar sedientos.
     Gracias— dijimos Jessica y yo al unísono, algo que despertó sonrisas en ambos y a Gaby también.
     Bueno le decía a Jaime que espero no estar interrumpiendo algo— preguntó Jessica dirigiéndose a Gaby.
     Para nada, Jaime sólo me estaba contando algunas cosas— Gaby me miró y pude interpretar que me preguntaba si debería o no contar lo que había dicho con respecto al negocio. Mi mirada se centró en ella diciéndole que no.
Así pasamos unas cuantas horas conversando de diferentes cosas, de vez en cuando Jessica y yo nos mirábamos y ambos sonreíamos, era muy extraño ya que sólo nos habíamos visto ocasionalmente y habíamos platicado sólo una vez, por internet, que por cierto no fue un gran inicio de conversación.
La música sonaba suave, la tarde empezaba a llegar y se escuchaba menos ruido en la calle. De vez en cuando tenía que escuchar lo que Jessica y Gaby conversaban de personas que no conocía pero por educación solo asentía y sonreía de manera forzada, como si de veras me interesara lo que estaban conversando.
Ya me alistaba para retirarme, no sé si mi ausencia les hubiese importado demasiado ya que al parecer ambas se habían enfrascado en aquellas entretenidas conversaciones de chicas que parecen no tener final.
De pronto mi celular sonó.
     Discúlpenme un momento— les dije a las dos, luego de ver en mi celular un número que no tenía registrado. Al parecer ellas no escucharon lo que dije y seguían conversando.
Me retiré al balcón y contesté la llamada:
     Buenas tardes.
     Buenas tardes, ¿señor Valenzuela?— escuché decir por el otro lado.
     Si el habla, ¿Con quién hablo?— hablé en tono serio.
     Que tal señor Valenzuela, le saluda Pedro Baguer del Banco de Crédito del Perú— al escuchar el nombre del banco me sobrepuse y dejé a un lado el vaso que traía conmigo.
     Que tal señor Baguer, dígame en que puedo atenderlo— dije con un tono un poco nervioso ya que en realidad sabía para que era la llamada.
     Si, llamaba para conversar con respecto al crédito.
     Claro si, solicité un préstamo para iniciar un negocio y quedamos en que me darían la respuesta para confirmar si procede o no.
     Efectivamente— escuché decir con ese tono que al parecer mecánicamente suelen decir los trabajadores administrativos a todo, como un formalismo común— El préstamo que ha solicitado con nuestro banco ha sido aprobado. Felicitaciones señor Valenzuela, déjeme decir que para nosotros es un honor y un privilegio poder apoyar negocios emergentes de personas jóvenes, nuestro compromiso para con el país y su gente cada día es mayor, por lo que espero esto haya sido un precedente de las buenas relaciones entre el banco y usted— poco o nada escuchaba aquellas palabras, seguramente digitadas para leérselas a todas las personas que solicitaban lo mismo, a mí lo único que me interesaba escuchar era la palabra “aprobado”, con lo que daría inicio a mi tan esperado proyecto.
     Gracias señor Baguer por la oportunidad, para mí también es un placer haber obtenido el préstamo con ustedes, uno de los mejores bancos del país con años de experiencia y fiabilidad— agregué como un gesto de diplomacia y pensé que seguramente el señor Baguer inflaría el pecho escuchando esas palabras.
     Muchas gracias señor Valenzuela, lo esperamos en nuestras instalaciones para hacer efectivo el préstamos y como le dije, es un placer atenderlo y que forme parte de nuestro banco y su empeñosa gente.
     Gracias a usted, estaré ahí lo más antes posible, buenas tardes— me despedí porque no tenía muchas ganas de seguir hablando y sólo disfrutar del momento.
     Buenas tardes señor Valenzuela, lo esperamos…— y colgué antes que concluya su expresión.
En ese momento me sentía genial, mi orgullo y mi entonces ego se había alimentado más, una vez más me habían resultado las cosas, una vez más todo giraba según lo pensado. Tomé un sorbo de agua para humedecer mi garganta que se había secado un poco por el intercambio de palabras con el agente del banco y dejé a un lado el vaso. Con vista a la calle miraba pasar los carros con indiferencia de mi momento de gloria que al parecer sólo yo distinguía. De pronto noté que alguien se acercaba, era Jessica:
     ¿Todo bien Jaime?— me preguntó sin que yo voltease para verla— recibiste una llamada y saliste y pensamos que algo estaba mal.

     Todo bien Jessica, nada podría estar mejor ahora— agregué con un tono de satisfacción que sólo un momento como ese podría ofrecer, en pocos días iban a cambiar muchas cosas y le iba a cerrar la boca a muchas personas. Contra todo pronóstico, iba a demostrar quién era Jaime Valenzuela.

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