Es muy difícil empezar a reflejar con palabras lo que uno tiene en alma como sentimientos. Muchas veces uno se jacta de tener la facilidad para poder ordenar ideas en bonitas formas de decirlas. En momentos así, esas formas no son más que un espejo que reflejan el pesar que uno tiene en el alma y que encuentran en las letras un medio de escape para encontrar esa luz en un momento donde solo se percibe oscuridad.
La sensación de bienestar y de aparente alegría sale a brote en momentos de compañía por verdaderos amigos y familia que se empeñan en dar ánimos y en esforzados intentos por hacerle entender a uno lo que vale, cuando uno está dejando de hacerlo. Una sensación inmensa de soledad embarga en momentos donde uno realmente está solo. Es fácil engañar el momento, en realidad es fácil engañar cuando uno trata de manera forzada mostrar por fuera lo que uno no siente por dentro, pero lo que no es fácil y resulta ciertamente no posible, es el poder engañarse a uno mismo.
El dolor pasa, las heridas cierran, el tiempo es tu mejor aliado, son frases que a diario tengo que aprender a escuchar y que a veces uno las hace ciertas pero que luego uno se resiste a aceptar por el mismo hecho de creer vivir una realidad alterna, por el querer tratar de aferrarse a una vana esperanza de un posible desenlace que ilusamente se fue alimentando internamente. La realidad es totalmente diferente, el abrupto choque a tierra después de pensar que uno está haciendo las cosas bien, con la mejor de las intenciones, con las mejores ganas de todo, hacen que el hecho de pisar tierra se convierta en el hecho de hundirse con ella a lo más hondo. El hecho de tratar de entender a una persona que ha caído, no es en nada comparable con el mismo hecho de haber tocado el fondo.
Muchas preguntas invaden, esas preguntas generan más respuestas y estas a su vez crean infinitas posibilidades. Recuerdos se pasean de un lado a otro, como una mofa a las circunstancias, como si la felicidad de esas circunstancias contribuyera en lo más mínimo a tratar de aplacar esa sensación que embarga y consume cualquier acto de voluntad por salir de esa sensación.
En momentos como este (me apena y ciertamente me da vergüenza mencionarlo) es donde la persona busca a Dios, cuando él siempre estuvo ahí para uno. Sin importar la religión, la manera o las creencias, la satisfacción de sentir que si hay alguien que comparte el sentimiento que uno tiene aplaca poco a poco ese pesar, encontrar un refugio en él hace que las cosas empiecen a cobrar sentido, hace que uno se sienta el ser más humilde de entre los humildes y hace que uno sienta que mientras haya vida todo es posible. Ver alrededor y ver que hay personas con problemas iguales o peores a uno, hace ver que en su momento tenemos errores, pero que nunca es tarde para enmendarlos y forjar un mejor futuro.
Ciertamente uno no es dueño de su destino y ciertamente uno no sabe lo que puede pasar más adelante, pero lo que si es cierto es que hay alguien que si puede ayudarnos a que el futuro sea el que uno ha soñado y de la manera que uno lo ve. El cambio existe en cuanto uno ponga sus ganas y esperanzas en querer cambiar las cosas y en saber que hay alguien que hace lo imposible sea posible. Uno no está en la potestad aun, para decir lo que uno ve en el futuro o el querer hacerse de la idea de lo que uno cree va a ser mas adelante, pero uno si está en la capacidad de decir y creer: yo quiero mi futuro sea así y empezar a trabajar en eso con las mismas ganas que uno lo desea.
Si hoy me anime a escribir y compartir estas letras no es por el hecho de querer buscar consuelo ni lastima ni demostrar lo que uno puede hacer escribiendo. Es por el hecho de dejar un precedente de la humildad que muchas veces uno olvida, de ese estúpido sentimiento de creer haber ganado a varios cuando olvida estar siendo vencido por muchos; de pensar tener mucho, cuando en realidad uno tiene menos que otras personas que sin la necesidad de ostentar material están mejor cementados que uno espiritualmente; de sentir haber conseguido mucho, cuando uno en realidad no ha conseguido lo que realmente ha querido; de no haber sabido a su tiempo ser esa persona que en momentos como estos uno aprende a ser; y por sobre todo, de haber tenido ciertamente olvidado o escondido, a alguien que en momentos así dio una mano, dio señales e hiso sentir que uno siempre va a tener a alguien que nos va a dar lo que uno de corazón realmente quiere. Ese es el porqué de esta nota, no para empezar a mirar adelante sin recordar lo que hubo atrás, sino para que cuando quiera empezar a saltar adelante use el pasado como un trampolín en el presente y así llegar a un mejor futuro. Nunca es tarde para cambiar, cuando uno realmente quiere hacerlo y cuando hay esa sensación de saber que hay personas que te creen y sobre todo cuando sabes que estas siendo sincero con ese Dios que nunca te dejó. Este es el precedente que hoy me animo a dejar y que solo me hace saber que todo es posible cuando se tiene presente a quien no debe olvidarse. Esta huella se deja para empezar a caminar firmemente hacia adelante.
Si se han tomado la molestia de haber leído esto, solo les digo piensen bien en el mismo. No esperen a llegar tocar fondo, para recién conocer esa humildad que uno tiene por dentro y que día a día debemos aprender a reflejarlo por fuera. Tengan presente a ese Dios que no abandona ni en los momentos más difíciles.
Jefferson Valdivia
29/10/12
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por comentar...