Por: Jefferson Valdivia
Era el domingo 16 de Noviembre y luego de haber compartido un día con algunos compañeros de mi promoción en un centro de esparcimiento de Cieneguilla, negligentemente había olvidado de echarme repelente en las piernas y brazos, por lo que las picaduras no se hicieron esperar. Los mosquitos me dejaron sin sangre y parecían disfrutarlo. Para cuando llegué a mi casa, mi situación era desesperante, tenía picaduras por todos lados y me incomodaba a tal punto que sólo quería dormir y no levantarme hasta que se me haya pasado. No soy muy fanático de dormir por muchas horas, pero aquel domingo sólo quería eso. Mis piernas estaban hinchadas y mis brazos mostraban picaduras por todo lado, por un momento consideré la posibilidad de faltar el día lunes al trabajo, no por cansancio sino porque no podía continuar así. A pesar de ello, me sobrepuse a la incomodidad y fui a trabajar sin esperar lo que sucedería.
Llegué temprano como de costumbre y no podía evitar rascarme de vez en cuando, era una situación un poco incómoda. No obstante, continué mis labores tratando de disimular mi incomodidad.
Para actualizar un poco hasta aquel lunes, les comento que semanas atrás había mostrado mi interés por cambiarme de área en el trabajo, para los que me conocen o he hablado con ellos, saben que me encontraba realizando mis prácticas pre profesionales en el área de Contabilidad de KPMG, pero ya algunas semanas atrás había dado a conocer mis intenciones dentro de la firma de querer formar parte del área de auditoria, con tristeza desde luego porque el tiempo que llevo trabajando ahí me llevó a conocer a un grupo de personas con una calidad extraordinaria, cada uno peculiar a su estilo y cada uno parte importante desde que me recibieron en KPMG. Mostrar mi interés me resulto triste, ya que una parte de mí quería quedarse ahí, me sentía cómodo y no hay nada mejor que trabajar en un ambiente en el cual encuentres las herramientas para trabajar tranquilo. A pesar de ello, antepuse mis sentimientos y traté de no desviarme de mis objetivos, por lo menos dentro del año. Conversando con los encargados del área, gerentes, asistentes, con tristeza también, creo yo, aceptaron mi decisión y la apoyaron, dejándome las puertas abiertas del área por si quería regresar, gesto que me entusiasmó mucho y me hizo sentir valorado. La condición era que trabaje en contabilidad hasta que se presente la convocatoria para practicante de auditoría en la que me iban a dar la oportunidad de postular y aspirar a un puesto, no voy a ser mezquino con la ventaja que el hecho de trabajar en el mismo KPMG me daba, aun con todo me entusiasmaba mucho la idea. Todo este tiempo trabajé tranquilo, sin apurarme con respecto a lo otro, pero si de todas maneras con una cierta ansiedad por lo que pasaría, seguramente algunos del área lo sabrán. A pesar de todo eso, en recursos humanos ya me habían dicho que seguramente ingresaría al área al que aspiraba así que no tenía de que preocuparme y eso me dejó un poco más calmado, hasta el lunes en la tarde.
Me encontraba esperando a la persona con la cual trabajaba, María, que de una manera titánica se las ingeniaba para ir al trabajo, a pesar de la lesión que tiene en la mano. Tenía que irme a la Universidad, el tiempo me jugaba un poco en contra pero a pesar de eso estaba esperando, cuando Fiorella, de gestión humana se acerca a mi sitio y me dice: Jefferson puedes venir un momento. A pesar que me lo dijo sonrientemente, me sentía un poco preocupado, en el tiempo que trabajo ahí no había recibido un llamado a recursos humanos, más que para firmar mi convenio de prácticas.
Al dirigirme a la oficina de la gerente de Recursos Humanos, miré que María me miró y me dirigió una sonrisa, lo cual me dio un poco de tranquilidad porque de una manera u otra vaticiné y descarté que no se tratarían de malas noticias. Entré a la oficina que se encontraba a poca distancia de mi sitio, en el mismo piso y me senté con la gerente y Fiorella. Y empezó todo:
- Jefferson- mencionó la Gerente de Recursos Humanos, María Isabel- sabemos de tus intenciones por subir a auditoría- lo de subir es porque auditoría se encuentra en los últimos pisos de la torre.
- Así es, hace algunas semanas atrás ya le había manifestado mis intenciones a Vanessa (Contadora General), a la Sra. Judith (Gerente de Contabilidad y Finanzas) y también a las personas con las que trabajo.
- Bueno pues te tenemos buenas noticias- adelantó María Isabel- queremos decirte que has sido aceptado en auditoría.
- ¿ Cómo?- A pesar que anteriormente ya me habían dicho que se efectuaría mi pase, aún me seguía sorprendiendo escucharlo realmente como una confirmación.
- Así es, todos estos días no te hemos querido decir nada, pero por las recomendaciones que has tenido de acá, en auditoría han estado atrás de tu CV ya que al parecer necesitan personal.
Aún seguía nublado por la emoción y el entusiasmo, pero trataba de mantener eso por dentro y mantener el diálogo de una manera alturada:
- ¿Y cuándo empezaría?
- Empiezas desde mañana- me dijo y aquello me tomó más de sorpresa aún. No puedo decir que sentí eso como un impacto ya que a pesar de haber buscado todo esto, también por otro lado me preocupaba lo que iba a dejar de mi trabajo ya que iba a ser todo rápido. Pero traté de mantener un diálogo diplomático.
- Pensé que la campaña iba a empezar en Diciembre- intervine con una sonrisa nerviosa.
- Ah es que nos olvidamos de comentarte, mañana no empiezas como practicante sino como Asistente de Auditoría- quería abrir la boca del asombro como seguramente muchos recordarán de los dibujos animados, pero ya en ese momento hacía esfuerzos increíbles por no perder la compostura y dejarme llevar por mis emociones y empezar a abrazar a todo el mundo. No sabía que decir así que sólo atinaba a escuchar.
- Como sabrás, como asistente de Auditoría, ya muchas cosas cambian, el tipo de vestimenta, la manera de comportarte, vas a recibir un vale alimenticio, un sueldo de (una cantidad nada despreciable para una persona de 22 años),pasas a formar parte de la planilla de KPMG…
Mientras la Gerente de Recursos Humanos me seguía diciendo la cantidad de beneficios que iba a empezar a recibir, la miraba atentamente pero ya mi cabeza estaba en otro lado. Se me vino todo a la cabeza a velocidades impresionantes, como si todo aquello por lo que he pasado me hubiese llevado a esto. Para aquellos que leen este artículo y me han conocido desde antes, sabrán que el año pasado ni siquiera hubiese considerado la posibilidad de pasar por esto. Sólo quería alejarme de todo y no ser parte de nada, y aquel día, meses después me encontraba en una situación totalmente inimaginable a corto plazo. No sabía como reaccionar, estaba ido, mi mirada seguía atentamente cada cosa que me decían, pero mi cerebro aún no lo procesaba, hace mucho tiempo que no tenía esa sensación de no saber que hacer ante una situación. Cuando finalmente me acabaron de decir mis beneficios, seguía pasmado, me manejaba en piloto automático y agradecía por la oportunidad prometiendo dar mi mejor esfuerzo, agradecí y agradecí porque era lo que en ese momento conscientemente podía hacer.
Salí de la oficina y le conté a mis compañeros de trabajo la noticia, vinieron a mi sitio a saludarme y me sentí parte de un grupo, sentí su afecto, su cariño y su aprecio lo cual me llevaba a una melancolía mayor, eran sentimientos encontrados, fueron casi 10 meses que compartí con ellos el día a día y en ese momento de una manera inesperada tenía que seguir por mi camino, no triste del todo porque seguiría trabajando en la misma empresa pero indudablemente muchas cosas iban a cambiar. En momentos así, de sorpresa continua, no sabía como despedirme, me sentía tan nervioso que no recuerdo haberme sentido así por meses, fui a despedirme de la Gerente de Contabilidad, que muy afectuosamente me deseó lo mejor y de mi parte le deseé lo mejor también, ya que ella había sido parte de que esto se de por sus recomendaciones. Hice lo propio con el resto del maravilloso equipo y con el Director Gerente de Gestión Humana Juan Pedro Paz Soldán el cual me deseó lo mejor en esta nueva etapa.
Escribí un correo agradeciendo a todas las personas con las que he trabajado en este tiempo, no sabía como empezar ni como acabar, opté por un estilo fresco pero alturado y lo envié. Recibí un correo de respuesta de Juan Pedro que aún lo guardo por las palabras que me dirigió, que viniendo de una persona tan reconocida y con tanta experiencia como él, me hicieron sentir bien.
Salí de la torre entusiasmado, me fui a mi casa y comuniqué la noticia. Al día siguiente fui a conocer el área de auditoría donde me recibieron bien, aunque ya anteriormente conocía a algunos. Y aquel mismo día ya me habían asignado a otra empresa para empezar.
Todo fue tan rápido, un día estar en un lado y al día siguiente ya estar en otro. Llevo cuatro días en auditoría, ya me han mandado a tres inventarios y aunque siento un poco de presión interna por haber entrado a la campaña tres meses después, tomo todo con mucha responsabilidad por aquellas personas que depositaron su voto de confianza en mí. Sangre, esfuerzo, sudor y lágrimas, decía Churchill en uno de sus discursos, eso es lo que puedo ofrecer, ofrecí y seguiré haciendo.
Ya no estoy para seguir soñando, estoy para tomar todo con la responsabilidad competente.
Este año he sido uno de los mejores que podido recordar, la vida me ha dado muchas lecciones y una de esas fue la humildad, humildad que por nada del mundo uno debe perder. Mientras más lejos llegues, más cerca tienes que tener a aquellos que tuviste contigo en todo momento. Hoy puedo decir que la vida me enseñó esa valiosa lección.
Si tuviese que retroceder el tiempo, ¿cambiaría algo?. No, definitivamente no. Todo sumó para llegar a este momento y aunque pasé por muchas cosas hoy puedo decir que aprendí.
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