Por Jefferson Valdivia
Salíamos de la Universidad más temprano de lo acostumbrado, hoy era un sábado en el cual nuestras clases estaban programadas hasta las 11:20 y tuvimos la oportunidad de salir a las 10:30 aproximadamente.
Al estar recién iniciada la mañana, decidimos ir a caminar un rato por ahí para salir de la rutina, para desestresarnos de una semana cargada de estudios y trabajo.
Y así fue que nos dirigimos al Real Plaza de la Av. Wilson para compra unas cosas y averiguar algunas otras que eran de nuestro interés. Todo transcurría de lo más normal, la mañana y el día en general parecían tranquilos, comimos algo por ahí y ya llegada la tarde era hora de partir.
Nos dirigimos al paradero esperando la llegada del carro y regresar a dormir un poco a mi casa. Y fue ahí que la vi.
Volví a ver a la persona a la cual había dejado de ver por ya varios meses, aquella con la cual compartí un poco más de tres años de mi vida. Varios metros de distancia nos separaban, no se si ella también se habrá percatado de mi presencia, aunque considero que si. Me encontraba con lentes oscuros y me podía dar el lujo de mirar sin que ella notase que lo estaba haciendo. Pasó a varios metros de distancia de mi posición pero por los lentes pude ver que me miró y también no esperaba hacerlo, noté que sacó su celular y siguió su camino. Por mi parte en esos segundos que parecían largos minutos, solo atiné a hacer lo propio, seguí conversando con mis amigos e hice como si nada hubiese pasado, como si a nadie hubiese visto, como si la vida siguiera ese acelerado curso que no se detiene por nada ni por nadie.
Fue curioso aquel momento, el haberla visto por ahí, precisamente en el lugar donde alguna vez y saliendo de mi estilo por aquel entonces me aparecí con una caja con una rosa para ella. Tengo que confesar que al haber pasado algunos meses, no sentí nada, era como si por dentro se hubiese congelado cualquier indicio de sentimiento. Solo me recordaba una vez mas lo curioso de la vida: Aquellas personas que en algún momento hubiesen dado todo el uno por el otro, hoy pasaban por la calle como un par de desconocidos.
No me dolió, no sentí pena, no sentía nada en realidad, solo me alegraba verla después de varios meses, aunque sea por algunos segundos y no quisiera que se malinterprete esta parte, la relación se acabo ya hace varios meses pero sin duda alguna queda algún cariño y respeto por la persona que alguna vez tuvo que soportar mi inmadurez y se lo agradeceré si es que alguna vez volvemos a dirigirnos la palabra.
Es cierto que aquel rencor que durante algún tiempo le guardé por algunas cosas que me enteré y no me gustaron, se disipó. En aquellos pocos segundos, y ya pasado algunos meses, me hubiese gustado acercarme y preguntarle como está, que ha sido de ella este tiempo.
A veces me pregunto que hubiese pasado si no hubiesemos compartido una relación, lo mas probable es que hubiesemos seguido siendo amigos y seguido teniendo esa inmensa confianza que algunas vez nos tuvimos y eso hubiese genial. Por otro lado, tampoco me arrepiento de nada de lo que hemos pasado. Me enseñó mucho y yo también a ella, compartimos buenos y malos momentos y a pesar de todo supimos salir adelante en todo momento antes del final e inclusive hasta el momento del rompimiento tengo que confesar, me enseñó mucho. Cambié a raíz de ese entonces y me alegro que para bien, maduré y aunque en ese entonces consideré no debió ser la forma, después de un tiempo puedo decir que también sumó para ahora ser lo que soy.
Aquellos pocos segundos que la vi, me bastaron para comprender que rencores tontos a nada me llevaban, que ahora cada uno esta haciendo su vida y espero algún día la misma nos vuelva a unir bajo el sello de la amistad, aquella que en algún momento de nuestra vida se rompió pero que lo maravilloso de esta vida muchas veces se encarga de devolvernos. Eso se lo dejo al destino, ya que el mismo hoy la puso en mi vista aunque sea por algunos segundos, que fueron suficientes para darme una nueva lección de vida.
Hoy comparto estas pequeñas lineas con ustedes, por que no les voy a negar que me siento mejor que antes, dejé de lado algunos rencores tontos que en algunos momentos me seguían manteniendo presos de cosas que ya pasaron y que de una manera u otra me enseñaron, y aprendí. No se si ella lea esto, lo dudo ya que hemos perdido contacto, pero si en algún momento me gustaría desearle lo mejor y decirle que las puertas de mi amistad y de mi vida siempre estarán abiertas para una persona como ella, que a pesar de muchas veces no hacer nada, sigue haciendo mucho. El respeto ante todo por aquella persona que en algún momento compartió su vida contigo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por comentar...