Por Jefferson Valdivia
Desde que tengo uso de razón me gustó la política. Me crié en un ambiente donde hablar de política era muy común, tuve como un gran referente a mi abuelo materno Nazario Asenjo (QEPD), quien desde que era muy pequeño me conversaba de política como si fuese una persona de su edad. Eso me ayudó a ser crítico, eso me ayudó a ser analítico, fue aquello lo que me enseño a no ser indiferente a la política, fue aquello lo que me ayudó a entender la necesidad de la política como medio para lograr objetivos, fue aquello lo que me empujó a estudiar cinco años de mi vida, en la universidad en la cual yo quise estudiar y finalmente, fue en conjunción de todo aquello que me permito escribir unos párrafos con respecto a un tema del cual no puedo ser indiferente, con el perdón y la venia de los “expertos”.
Me puedo dar el gusto de decir, a diferencia de muchos que disparan comentarios, que acabé mi carrera en la universidad en la cual yo quise estudiar, en la universidad que yo elegí desde un inicio y por tanto en la universidad a la que defendí y defenderé en todas sus instancias. Tengo que dejar en claro que el siguiente artículo no funda su idea central en escupir letra a grupos políticos de las universidades, menos de la mía, porque no es mi intención seguir friccionando más aun el bloque estudiantil que tan dañado está.